CALAS

Mariana Heredia mira más allá de la riqueza de las élites latinoamericanas

Mariana Heredia ha dedicado gran parte de su trayectoria académica al estudio de las élites en Argentina, siempre con una perspectiva socio-histórica. Ahora evalúa su objeto predilecto considerando el modo en que ha evolucionado el tratamiento académico del tema. Hace algunos años se evidencia una mayor atención en la riqueza para comprender las desigualdades y más recientemente “un cambio de foco”-como ella misma lo llama- que ya no se contenta con identificar a los más ricos y sus fortunas sino que pretende avanzar en la búsqueda de conexiones, establecer vínculos de interdependencia más que líneas divisorias entre ricos y pobres.

Su interés consiste en llenar el espacio en blanco dejado por el olvido sistemático de una parte de la estructura social: las clases más altas y su relación con la desigualdad. Apunta a las clases privilegiadas no con un dedo acusador, sino guiada por una vocación de innovación teórica y metodológica que permita entender los mecanismos de reproducción de la riqueza. Mejorar las interpretaciones es un paso, en última instancia, para “ayudar a las sociedades a encontrar condiciones que hagan más igualitario el modo de vida de los latinoamericanos”.     

¿Cómo analizas la situación de los estudios sobre la riqueza y las élites en América Latina? ¿Cuáles han sido sus logros y sus áreas de oportunidad metodológicamente y teóricamente?

Mariana Heredia (MH): Se están produciendo en América Latina, como no ocurría hace prácticamente 50 años, una gran cantidad de estudios sobre la riqueza y las elites. Los desafíos metodológicos que esto supone refieren la disponibilidad de información. En la medida en que los trazos, las huellas de los gobiernos y las clases más altas se vuelven más difíciles de reconstruir, se vuelve metodológicamente más laborioso estudiar a estos grupos. Asimismo, es necesario calibrar mejor las categorías que empleamos para que expresen las características de nuestra región y de nuestro tiempo.

Después de estudiar exhaustivamente a las élites en Argentina ¿qué consideras que las distingue y caracteriza?

MH: Su carácter particularmente abierto, poroso la distingue de otras regiones de América Latina. También que, en el caso del litoral y el centro de la Argentina, las diferencias raciales no son tan marcadas. Otra de las cosas que la hace particular es que la Argentina vivió, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, un proceso de renovación muy fuerte de toda su sociedad, y a todo lo largo de los siglos XX y XXI, una inestabilidad económica y política notable. Como la Argentina vivió muchas crisis, la renovación de las elites fue más probable al tiempo que la impugnación y suspicacia hacia sus clases dirigentes es muy frecuente.

¿Qué originó el interés en abordar el tema de tu investigación en CALAS ahora desde una perspectiva comparativa, estudiando también las élites en Brasil, Chile y México?

MH: Primero la inquietud que tenemos en general los investigadores de la región es honrar el compromiso de escuchar a nuestra sociedad y ver cuánto lo que observamos es una expresión más de procesos que ocurren en todo occidente o cuánto adquieren en la región coloraturas específicas.

A su vez, el planteo parte de la constatación de que, para pensar la desigualdad, falta pieza clave: cualificar los procesos e ir más allá de la cuantificación de los ricos, sus patrimonios y las desigualdades de ingreso. La idea fue entonces tomar unidades relativamente comparables, como son las grandes naciones latinoamericanas que han compartido un derrotero semejante a lo largo de los dos últimos siglos, tratando de construir espacios de observación intermedios de las desigualdades y las riquezas.

¿Podrías compartirnos de manera sencilla qué metodologías desarrollas para esta investigación?

MH: La pregunta por la riqueza, del mismo modo que la pregunta por el desarrollo, son necesariamente transversales. Parte del gran aporte que ha hecho CALAS a esta discusión es llamar a distintos especialistas y convocar diversas miradas sobre estos temas.

La metodología de mi trabajo se asienta por un lado en las estadísticas de las que disponemos a través del Banco Mundial, la CEPAL, la OIT, la OMS que ofrecen indicadores para la comparación entre estos países, pero la intención es analizar también sistemáticamente los estudios más pormenorizados que se hicieron sobre las condiciones institucionales, productivas, laborales, habitacionales, educativas, sanitarias para caracterizar la dinámica de la desigualdad social en estos países.

¿Cómo gestionas el acceso a sus fuentes?

MH: Soy fiel a la anonimización de los testimonios. No busco inculpar a los miembros de las elites. En algunos casos se me hizo más difícil cuando es el Ministro el que habla, o un gran empresario de cierto sector. Luego, hay algo del acceso al terreno que cambia con los años. La asimetría de edad y género juega a favor de hacer investigación más cualitativa con las elites. Las elites disfrutan explicando a una estudiante joven e inocente sus astucias. Cuando las diferencias de edad se acortan, a veces las suspicacias son mayores.

¿Cuál ha sido la sorpresa más grande que has descubierto en tus procesos de investigación o trabajos de campos relacionados a las élites y la riqueza?

MH: Cuando comencé a acercarme a la banca, la bolsa, el sector agropecuario, la industria, me di cuenta de que en realidad el neoliberalismo había producido grandes trastrocamientos dentro del mundo de las elites. Mi primera constatación fue que el carácter monolítico que se atribuía a “la” clase dominante no era tal.

La segunda sorpresa, si se quiere, fue el contrapunto entre un trabajo etnográfico que hice con los grandes propietarios agropecuarios y los hombres de las finanzas. Mientras los segundos, desde algún departamento ignoto de la city, estaban haciendo negocios e influyendo sobre las autoridades de una manera mucho más fuerte que los primeros, era sobre los grandes hombres de la pampa donde se posaba la mirada y la denuncia sobre las elites.

Había algo allí, en la diferencia entre reconocerse como parte de la elite de la nación (en el caso de los ganaderos] y estar haciendo grandes netocios [en el caso de los operadores bursátiles], que me resultó una gran alerta. Hay que mirar a las elites con cuidado, sopesando lo que cuentan de sí mismas con lo que los números dicen de ellas.

Lo último es que la preocupación por las desigualdades, a la riqueza también le llega. El aumento de la pobreza y la polarización social no solo inquieta a las mayorías y las autoridades políticas, tambien llama la atención de los ganadores que temen un mundo más violento e inestable.

¿Qué tanto la concentración de la riqueza y la perpetuación de las élites afecta a la calidad de vida de las personas en América Latina, comparándolo con asuntos como la inseguridad, cambio climático u otros problemas sociales?

MH: Mi sensación es que si algo caracteriza este último ciclo del capitalismo es menos la reproducción y perpetuación ineluctables de las elites que su vértigo, su inestabilidad, su ansiedad. Esto desplaza la discusión de la igualdad de oportunidades a la igualdad de condiciones. Además de repartir todo de manera más igualitaria, hay que asegurar instituciones públicas fuertes y un umbral de vida digno y tranquilo para todos. A la hora de generar acuerdos y proyectos de futuro, es destructivo que las mayorías aspiren (como revelan muchas canciones populares hoy) a alcanzar la fortuna y la impunidad de los millonarios. El desafío es cómo se pueden fundar comunidades más igualitarias en un sentido menos materialista.

Una video-entrevista con Mariana Heredia se puede ver aquí.

Sede: Sede principal México

Fecha: Jueves, 17 de febrero, 2022

Fecha: 
Thursday, February 17, 2022